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Kanto - 0009

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DeAhoraAlFuturo-Fic's avatar
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0009 A otra cosa Butterfree

Casi como con un resorte debajo de sus sacos, los tres hermanos se levantaron nada más despuntar el Sol por encima de las copas de los árboles que les habían servido de cobijo durante la noche. Yussuf parecía no sentir lo mismo que ellos, ya que se dio la vuelta cuando un tímido rayo de luz, que se había  abierto paso a través de las hojas, iluminó el rostro del chico.

- ¡Será dormilón! ¡Yussuf, despierta! – ordenó Mouno, como si dijera ataques a alguno de sus Pokémon. Blast miró a Mouno e hinchó el pecho dispuesto a rociar al entrenador durmiente.
- ¡Blast, no! – exclamó Fluna, tapándole la boca con la mano – no es forma de despertar a alguien, se tiene que hacer amablemente – sonrió, arrodillándose al lado del único saco con huésped – venga Yussuf, ya es hora de levantarse – dijo, mientras lo agitaba por la espalda suavemente.
- Aun es temprano… - respondió con voz dormida y abriendo un ojo.
- Esto es una excusa barata… y cuanto antes lleguemos a Ciudad Plateada antes podrás descansar en una cama de verdad – reprochó Moon, con la mochila ya lista para reemprender el camino.

Como por arte de magia, Yussuf se levantó de golpe, y en menos de lo que canta un Dodrio, ya tenía su saco recogido y su bolsa lista. Con entusiasmo se dispusieron a cruzar lo que quedaba de la Ruta 2, y siendo que era temprano aun se estaba fresco. Las hierbas altas ocultaban los Pokémon salvajes que aun reposaban, aunque de vez en cuando se veía un Spearow salir volando y dirigiéndose al Bosque Verde, que ya estaba muy atrás.
Frente a ellos se extendía Ciudad Plateada, el primer destino para todos aquellos entrenadores que querían obtener su primera medalla de gimnasio, dado que por razones desconocidas el gimnasio de Ciudad Verde estaba cerrado y había corrido la voz, y como ellos querían lo mismo, se fueron corriendo al Centro Pokémon, para chequear a sus Pokémon, desayunar e informarse de la localización del gimnasio. Tras cruzar la puerta automática, Moon y Mouno se fueron al mostrador de entrada, mientras veían como Fluna marcaba rápidamente un número en los teléfonos situados al lado del transportador de Pokémon. Yussuf era la segunda vez que entraba en un Centro Pokémon, la primera fue cuando llevó a su Pidgey para que lo curaran, tras encontrarlo herido a la salida de Ciudad Verde. Nunca había reparado en esos teléfonos, y curioso por saber con quién hablaba su amiga se acercó a preguntar.

- Me alegra saber que ya estáis todos juntos y que habéis llegado a Ciudad Plateada – dijo el hombre calvo con un bigote largo y tieso al otro lado de la pantalla.
- Por cierto, Blaine, tienes que pasarme una Pokéball vacía, te paso un Pokémon que capturé que no voy a usar – comentó la chica, poniendo la Pokéball en un espacio con un tubo en la parte superior.
- Estimadísima Fluna… ¿qué haces? – preguntó Yussuf, asustando a la chica.
- ¡Gah! Bueno… pues… ¡ejem! – titubeó antes de centrarse – este es Blaine y le estoy pasando un Pokémon que no voy a usar – en ese momento la Pokéball desapareció y al cabo de unos segundos volvió a aparecer.
- Bueno, ¿y qué Pokémon es? – preguntaron ambos a la vez.
- Nada del otro mundo… Yussuf, tenemos que irnos, ¡adiós, Blaine! – y colgó el teléfono, y con él a Blaine y su pregunta.
- No le habrás pasado a tu Nidoran, ¿no?
- Claro que no, tengo que trabajar con Knighter, le pasé otro.

Y ahí dejaron el tema, ya que dejaron a sus Pokémon a cargo de la enfermera Joy, junto a los de Moon y Mouno. La enfermera se los llevó hacia dentro y les dijo que cuando estuvieran curados iría un Chansey a avisarlos.

- Oye… ¿y cómo es que sólo has dejado cuatro Pokéball si tenías cinco? – preguntó Mouno.
- Porque el quinto Pokémon está actualmente en casa de Blaine, no lo iba a usar, pero quería tener uno – respondió Fluna, mientras colocaba la Pokéball vacía en su cinturón.
- Supongo que habrás dejado a Knighter…
- ¿Cómo iba a dejarlo? – sonrió la hermana menor – Dejé a Dreil, no necesito dos Pokémon agresivos en el equipo, no al menos hasta que haya conseguido que Knighter confíe en mi.

En esos momentos, en Isla Canela…
- Veamos de qué Pokémon se trata, ¿te parece, Magmar?
-Magmar – afirmó el Pokémon, curioso y animado por ver el primer Pokémon que dejaba su amiga al cargo de su entrenador.
- ¡Sal, Pokémon! – dijo firmemente el líder de gimnasio.
- ¡Sbi sbi! – de la Pokéball salió un Beedrill, con cara de pocos amigos y enfadado por el ataque que recibió en el bosque.
- ¡Ay madre! – exclamó Blaine, mientras cogía del suelo la Pokéball de la que había salido el Pokémon insecto- ¡Vuelve!
- ¡Sbi! – y el Beedrill volvió a su Pokéball, y tras ver Blaine que estaba un poco chamuscado se lo llevó a su laboratorio para sanarlo.
- Magmar, recuérdame la próxima vez de preguntar de qué Pokémon se trata.
- Mag mar – asintió el Pokémon, mientras sacaba una bocanada de humo de su pico de pato.

De vuelta a Ciudad Plateada…
De la cafetería salía un delicioso aroma a pastas, que enseguida fue notado por sus narices, y acto seguido ya tenían una orquestra montada. Tras un abundante desayuno compuesto de pastas, zumo y leche con chocolate decidieron ir todos juntos hacia el gimnasio, que no estaba muy lejos de ahí. Recogieron sus Pokémon de manos de la enfermera Joy y los dejaron salir de la Pokéball para que visitaran el lugar con ellos. Siguieron un río que estaba situado entre la ciudad y las montañas del oeste, y a unos metros del río se podía ver un edificio gris y cuadrado con un cartel en la parte superior que ponía “Gimnasio Plateada”. Mouno se precipitó contra la puerta, ya que era el primero en combatir, pero por algún motivo se quedó con las manos apoyadas en las grandes puertas principales.

- ¿Qué pasa, Mouno? ¿Ahora te da miedo combatir? – preguntó Fluna, viendo como le temblaban los brazos.
- No… no es eso, sino que… ¡ESTÁ CERRADO! – gritó al aire, como si intentara derrumbar las puertas.
- ¡¿Cómo que está cerrado?! – exclamó Fluna mientras empujaba la puerta - ¡mi medalla!
- ¡La mía! – respondió Mouno.
- Chicos… ¡chicos! – alzó la voz Yussuf, sacando del estado de desesperación a Mouno y Fluna – el gimnasio está cerrado porque hoy empiezan las clases en la escuela de la ciudad y el líder tenía que encargarse de su familia.
- Oye… ¿y tu cómo sabes eso? – preguntaron, asombrados.
- Porque yo leo, no como vosotros – alegó encogiéndose de hombros y señalando con su cazamariposas un papel que estaba pegado con celo al muro – por lo visto tendréis que esperar hasta mañana.

Resignados a tener que esperar al día siguiente, decidieron hacer un entrenamiento imprevisto para estar preparados para el día siguiente. Yussuf se miró a los Pokémon de sus compañeros, y junto a ellos se dispuso a pensar algún entrenamiento dónde pudieran participar todos.

- Como ya sabéis, los Pokémon voladores son débiles contra los ataques Roca… y como veo que aparte de vuestros iniciales, son los que más entrenados tenéis, no estaría de más que fueran capaces de evadir fácilmente dichos ataques, en caso de que Vinam, Lizaryd y Blast fueran debilitados – razonó Yussuf, mientras los Pokémon se miraban entre ellos – así que… ¿Moon, me prestas un momento a Lizaryd?
- Claro, pero tienes prohibido usar Poder Oculto – le advirtió Moon, seriamente.
- Tranquila, tranquila, no tenía planeado usar ese ataque… tampoco sabía que lo conociera.
- ¿Qué tienes planeado? – preguntó Mouno.
- Un entrenamiento de puntería-evasión. Pidgey, Butterfree, ¡al aire! – con esa orden los Pokémon empezaron a volar en círculos en el aire – ahora Lizaryd, ¡usa Ascuas contra ellos! – tras mirar a su entrenadora, que asintió con la cabeza, empezó a lanzar ascuas contra los Pokémon que volaban, que sin esfuerzo lo esquivaron.
- ¡Char! – gritó Lizaryd, viendo que no había dado en el blanco - ¡Charmander! – y volvió a usar otra ráfaga, esta vez siguiendo el recorrido de Butterfree, que era la que más corría de ambos.
- Por lo visto no tengo que dar más explicaciones, es exactamente eso, los que vuelan esquivan los ataques y los del suelo tratan de alcanzarlos, así ambos mejoran.

Y así fue como empezó una tanda de entrenamientos antes de la hora de comer. Pid estaba más o menos feliz, siendo que tan solo tenía que vigilar que no lo alcanzara algún ataque de los que iban dando vueltas por el aire, tales como Ascuas, Rayo Hielo alternado con Pistola Agua, y Hoja Mágica. De pronto, una brisa se levantó, haciendo que los ataques chocaran entre ellos y como resultado, vapor que no dejaba ver a los Pokémon que volaban y hojas congeladas que se precipitaban hacia el suelo y a los que ahí estaban, como los starters y los entrenadores.
Tras un breve y caótico momento, todo volvió a la normalidad; el cielo azul, los Pidgey volando, los starters en el suelo junto a los chicos…

- Esto… ¿sabéis por donde anda mi Butterfree? – preguntó tímidamente y confuso Yussuf.

Efectivamente, Butterfree había desaparecido y justo cuando ya era hora de ir al Centro Pokémon para comer. Moon supuso que la brisa que había causado ese pequeño caos se había llevado a Butterfree con él, dado que al haber evolucionado el día anterior, aun no tendría fuerza para ir en contra del viento.
Se dirigieron hacia el núcleo del pueblo, ya que la brisa sopló en esa dirección. Los Pidgey, de nuevo, les tocó ser los buscadores aéreos, era un trabajo en el que estaban ganando experiencia últimamente. Por suerte, no eran pisos altos sino casas de dos e incluso tres plantas con un pequeño jardín. Veinte minutos más tardes, los Pidgey localizaron a sus entrenadores y empezaron a volar en círculos encima de ellos, parecía que habían encontrado a la mariposa desaparecida. Anduvieron a paso rápido hacia donde los Pidgey les señalaban, ya que sus estómagos y sus piernas les decían que a más velocidad lo pasarían mal. De pronto empezaron a oir un gran colectivo de voces chillando, por donde los pequeños gorriones Pokémon habían señalado la última vez.
Era un colegio, y las voces correspondían a los niños que a aquella hora se disponían a ir al comedor y a los que por suerte podían ir a sus casas a comer. Había un pequeño corro en el patio formado por unos diez niños de parvulario, todos con sus batas a rallas y gritando a lo que había en el centro.
Los entrenadores se acercaron a la reja que delimitaba la escuela, y tras hablar con uno de los profesores, entraron y se dirigieron al corro de niños, donde en el centro había un Butterfree que se intentaba esconder dentro de sus alas, el Butterfree de Yussuf. Cazamariposas en mano, Yussuf se abrió paso entre los niños, hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para poder ver a su Butterfree.

- ¡Ey! ¡Vigila con ese palo que le harás daño! – gritó un niño con los ojos rajados y el pelo marrón oscuro en punta.
- Tranquilo, no voy a hacerle daño – respondió calmosamente mientras se agachaba a su nivel – y menos porque ese Butterfree es mio.
- ¡NO! – exclamó el niño - ¡ES MI POKÉMON! – y cogió al Butterfree y echó a correr, mientras unas niñas idénticas a él, pero con la tez más clara, le bloqueaban el camino a Yussuf.
- ¡Vuelve! – ordenó, haciendo que saliera un rayo rojo del botón de su Pokéball.
- ¡¿Cómo?! – confundido, el niño vio como el rayo alcanzaba al Butterfree que llevaba encima y en forma de luz roja se introducía en la Pokéball del entrenador.
- Ya estás de vuelta sano y salvo, Butterfree – dijo cariñosamente Yussuf a la esfera blanca y roja que reposaba el su mano con su mariposa dentro.

Los hermanos pudieron al fin ir con Yussuf, ya que habían sido bloqueados por un montón de niños que querían acariciar a sus Pokémon, a los cuales, tal cantidad de humanos en miniatura, les daba miedo. La profesora encargada se disculpó con Yussuf por la reacción del niño, y les explicó que como su hermano mayor era el líder de la ciudad, cada Pokémon que caía en sus manos automáticamente se lo adjudicaba.

- ¿¡Que su hermano es el líder?! – exclamaron Mouno y Fluna al unísono.
- ¿Por qué os extraña tanto, chicos? Ya visteis lo que ponía el cartel en el gimnasio, que como hoy empezaba la escuela el líder tenía que encargarse de su familia, es lógico que sea esta escuela – argumentó Yussuf.
- Es verdad – afirmó Mouno, tras el razonamiento lógico de su guía.
- Ni me acordaba de eso…
- ¿No te acordabas? – se extrañó Mouno, siendo que ella se había puesto a empujar las puertas de gimnasio con él.
- No… - negó, avergonzada, mientras se rascaba detrás de la cabeza.
- Bueno, sabiendo que sus hermanos están aquí, podríamos quedarnos lo que queda de tarde – empezó a decir Moon – y así quedamos con él para mañana, ¿os parece?
- Claro, por qué no… perdone – se dirigió Fluna a la profesora – ¿le importaría traer aros y balones? Creo que estos niños quieren jugar con los Pokémon y… a ellos no les iría mal relacionarse con más personas aparte de nosotros, ¿verdad, Vinam?
- Saur… - respondió, mientras desde detrás de Fluna tocaba la cabeza de uno de los niños con una de sus cepas.
- ¡Sí! –exclamaron los niños, por lo que a la profesora no le quedó más remedio que asentir y organizar una tarde de juegos.

Al resto de Pokémon les daba un poco de reparo, pero en cuanto sacaron los balones y los aros, participaron animadamente. Los niños hacían rodar los aros por el suelo, a través de los cuales pasaban los Pidgey y el Butterfree, aun un poco asustado. Los starters junto a los Nidoran montaron un equipo de baloncesto que competía contra sus entrenadores y una tropa de niños competitivos.
Como no había árbitro, las faltas cometidas por Nido contra Mouno no eran penalizadas, sino que eran reídas y aclamadas por los niños.
Los starters tenían el control del balón, siendo que Lizaryd corría intentando botar el balón y los otros dos ya en la zona de la canasta.

- ¡SCUEROL! – gritó a Lizaryd, mostrándole que estaba libre.
- ¡SAUR BULBASAUR!
- ¡CHAR! – y le pasó el balón a Blast, el cual no iba a llegar porque lo lanzó muy alto.
- ¡SAUR! – Vinam extendió las cepas a modo de trampolín y Blast se subió encima. En un momento Blast estaba en el aire, propulsado por el lanzamiento de las cepas, y como si fuera un jugador profesional, cogió el balón y lo encestó, quedando cogido en el aro tras el mate.

En el suelo, los niños chillaban, algunos enfadados por haber perdido y otros excitados por la jugada de los Pokémon. Unas manos grises recogieron el balón, justo cuando sonó el timbre que indicaba que se había terminado el día en la escuela.

- Dale el balón a la señorita, Geodude – dijo un chico alto, con la tez oscura, ojos rajados y pelo castaño oscuro en punta.
- Geo dude – afirmó el Pokémon roca, mientras se acercaba dando botes contra el suelo a la profesora.
- Hola, Brock, ¿vienes ya a por tus hermanos? – sonrió la profesora, mientras cogía el balón de manos de Geodude.
- Por supuesto – respondió con un brillo inusual en los ojos – tus delicados pies necesitan ya un descanso de estar todo el día cuidándolos – terminó con un tono seductor, que hizo su efecto, ya que la profesora se ruborizó levemente.
- Venga, vamos a casa hermanito – dijeron tres de los niños allí presentes mientras empujaban al líder fuera del recinto escolar.
- Gracias por todo – dijeron los hermanos y el chico del cazamariposas- chicos, ¡vamos¡ - y con eso los Pokémon corrieron hacia ellos y se dirigieron hacía fuera del recinto escolar, dónde el líder estaba con esos tres niños y otros cinco mayores.
- Ahora entiendo el cartel – comentó Mouno, asombrado tras ver todos los niños de los que se hacía cargo Brock – pero… ¡espera!
- ¿Sí?  - se giró el chico, que tenía dos de sus hermanos menores subidos a la espalda.
- Perdona que te molestemos – se disculpó ante todo Moon, viendo que su hermano no tenía intención de hacerlo.
- Pero me gustaría retarte a un combate de gimnasio – continuó Mouno y tras recibir un pequeño codazo de parte de Fluna, aclaró que sería para el día siguiente.

Siendo líder de gimnasio, aceptó el reto de buen grado y acordó luchar con él por la mañana, tras dejar a sus hermanos en el colegio. Así pues, ya tenían planes para el día siguiente y… planes para cuando llegaran al Centro Pokémon…

- Mi estómago… - se quejaba Fluna, muerta de hambre por no haber comido a causa del imprevisto con Butterfree.

Los demás se percataron de que también tenían mucha hambre, por lo que con un último esfuerzo, corrieron hasta el Centro Pokémon y su cafetería. Se hartaron a comer, dejando a la enfermera Joy asombrada por lo que les cabía a ellos y a sus Pokémon en el estómago. Tras estar prácticamente una hora comiendo (a un ritmo normal) se fueron al cuarto que le pidieron a la enfermera, en el que tuvieron que montar una cama plegable para los Pokémon, que se negaban a dormir dentro de sus Pokéball, dado que Yussuf ocupaba la cama restante de las dos literas.

Los cuatro soñaron con lo que les esperaba al día siguiente, haciendo que las horas pasaran rápido para que llegara dicho momento.
~Fluna : Siento el retraso de un día... pero ayer hubo tormenta y no me pude conectar para colgarlo. Espero poder (entre hoy y mañana) subir un par de fichas (de Pokémon, mayormente).

Espero que os guste! Y... a partir de ahora, si tenemos algún retraso, os avisaremos, ya que ahora ya no tenemos de capítulos escritos con antelación y ambas andamos ocupadas con los estudios (yo prácticamente no tengo tiempo de nada ^^; )
Comments2
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Goce's avatar
Esto es un capi de relleno en toda regla!! XDD Aunque bueno lo interpretaré como un preludio al combate 1 contra Brock XD